El joven que no camina
pero que intenta correr
Había una vez un joven discapacitado que le costaba insertarse en la vida de los adultos: profesores, compañeros y amigos.
Desde su silla veía pasar el mundo de la indiferencia; no podía caminar, no podía seguir el ritmo de aquellos que no se detenían a darse cuenta de que ellos si podían caminar.
El joven que no caminaba les seguía con el fin de divertirse; poder salir de camping, acompañarles en las horas de estudio. Pero ellos iban más rápido de la cuenta.
Pero, hubo un día en que ellos no pudieron seguir corriendo, ya que muchos no habían visto la pista, algunos encontraban muchos impedimentos y otros habían renunciado a ser guiados.
No podían correr, sólo lo hacían con sus piernas. En cambio, el perspicaz que no caminaba, siempre intentó correr con la mente, puesto que sus pensamientos son más importantes para poder construir sus ideas.
Había una vez un joven discapacitado que le costaba insertarse en la vida de los adultos: profesores, compañeros y amigos.
Desde su silla veía pasar el mundo de la indiferencia; no podía caminar, no podía seguir el ritmo de aquellos que no se detenían a darse cuenta de que ellos si podían caminar.
El joven que no caminaba les seguía con el fin de divertirse; poder salir de camping, acompañarles en las horas de estudio. Pero ellos iban más rápido de la cuenta.
Pero, hubo un día en que ellos no pudieron seguir corriendo, ya que muchos no habían visto la pista, algunos encontraban muchos impedimentos y otros habían renunciado a ser guiados.
No podían correr, sólo lo hacían con sus piernas. En cambio, el perspicaz que no caminaba, siempre intentó correr con la mente, puesto que sus pensamientos son más importantes para poder construir sus ideas.
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