martes, diciembre 26, 2006

Navidad y cosumo


Navidad y consumo

En estos días, las familias del mundo cristiano se reúnen para esperar la navidad, en lo que conocemos como nochebuena. Es una ocasión hermosa para meditar, compartir y regalar. La navidad es vista por los niños como un momento mágico, en que existe la ilusión de la fantasía, que puede hacerse realidad gracias a esa enorme y bella capacidad de los pequeños de dar rienda suelta a sus pensamientos, mezclarlos con lo real y configurar su propio mundo:
es lo que en psiquiatría infantil llamamos animismo, pareidolias, sincretismo, concretismo, aunque tales conceptos suelen amalgamarse y adquirir límites a veces difusos.Los adultos contribuimos a la formación de ese mundo infantil, ya que somos nosotros quienes instalamos temas, imágenes, mensajes, productos, ofertas y publicidad por todas partes. Entonces, así como puede ocurrir que los sueños y deseos se cumplan, también es posible que no ocurra:
en tales casos la desilusión puede llevar a frustración, lo que se torna contrario a los objetivos de esta fecha. Una de las situaciones que pueden llevar a la frustración es la construcción de expectativas demasiado elevadas con relación a las reales posibilidades que tendrá un niño de concretar sus aspiraciones, lo que suele estar influido por los medios de comunicación o por las costumbres de consumo de los padres. Otro problema que se vincula con estas fechas es la utilización de los niños con fines comerciales, ya sea como objeto de publicidad o como consumidores..
En esta fecha, como nunca, existe una tendencia a comprar compulsivamente. Muchas familias adquieren regalos caros al costo de endeudarse durante largo tiempo. Alejándose de todo lo concerniente a solidaridad, amor, paz y unión, el concepto de Navidad, quiérase o no, ha venido sufriendo una serie de cambios gracias a la “maravillosa” maquinaria marketera del crecimiento económico, al punto de esconder asolapadamente el verdadero mensaje de estas épocas bajo un agasajo y deleite por comprar y regalar.
Con todo, afortunadamente en nuestro país vemos avances tanto en materia legislativa, jurídica, educacional y de salud, que en los últimos años procuran dar un nuevo carácter a las relaciones entre la sociedad y sus hijos. Es necesario trasladar el espíritu de estos cambios al interior de las familias, a la comunidad escolar y a las conciencias de los que realizamos nuestra vida y nuestro trabajo basándonos en las interacciones humanas.
En la interacción relacional está la base de la comunicación: las verdades ocurren porque existe una interfaz comunicacional que permite su existencia. Entonces, podemos también regalar a nuestros hijos una comunicación más sana, con palabras de estímulo, con reconocimiento de sus virtudes, con franqueza, cumplimiento y cariño, para darles confianza y seguridad.

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