miércoles, julio 18, 2007

La Colonia Siglo XVII y XVIII


La Colonia Siglo XVII y XVIII

Chile dentro del imperio Español

La economía Chilena del siglo XVII presenta dos planos claramente diferenciados y que más allá de los límites de la canturía, se prolongaron por mucho tiempo. El primero de ellos es la relación con la economía mundo y doble dependencia del Perú y de España.

Desde los pasados años cincuenta resulta bastante general referirse al XVII como a un siglo de crisis. Dos trabajos simultáneos, sin aparente conexión entre sí, ambos publicados en 1954, vinieron a abrir un amplio debate historiográfico cuyo efecto inmediato fue la acuñación de un concepto desde entonces consagrado como rasgo central definitorio de aquella centuria.

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Tranfomandose el Perú en gran productor en metales precioso su vasto territorio y especialmente la ciudad de Lima se encontraron riquezas y poder, alrededor de los cuales giraron las economías periféricas de carácter agrícola y ganadero comiera el caso de Chile.

La conformidad ariocratica

Durante la conquista se inició el largo proceso de formación de la sociedad colonial sobre la base la base de la población de la sociedad indígena sometida y a la superpoción del grupo guerrero castellano.

Como la base de la riqueza familiar, la encomienda no tiene en el siglo XVII la importancia de la época manera anterior.

La población del centro de España, la más numerosa densa y pujante y con la mayor densidad de ciudades grandes y medias, empieza a declinar desde 1580 y tiene un descenso prolongado durante el siglo XVII. La cornisa cantábrica y Cataluña mantienen algún crecimiento. El centro de España pierde un millón de habitantes, pero en la periferia se mantiene la población, por lo que en conjunto disminuye probablemente en un millón de habitantes en la centuria. Y cambia su distribución geográfica: en el futuro, el centro estará despoblado, excepto Madrid; y la periferia, densamente poblada.

La concepción religiosa del mundo

Una profunda fe en Dios, en el dogma católico y, por sobre todo, en la intercesión que prodigaba la Virgen María y la corte celestial alumbró el mundo espiritual del conquistador criollo.

Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina y Adán y Eva arrojados del paraíso este último en el Museo del Virreinato de Tepoztlán.


Durante los siglos que duró el Estado colonial, la economía se basó en la explotación de materias primas americanas, preferentemente metales preciosos que se exportaban a España. La exportación fue hasta 1530, preferentemente de oro y a partir de 1530-60 de plata en un 80%. Los puertos exportadores principales fueron: Portobelo, Veracruz y Cartagena de Indias. Según Hamilton, entre 1521 y 1550, Sevilla recibió 44.312 Kgs. de oro y 263.914 Kgs. de plata. Durante el siglo XVIII, debido a la revolución demográfica e industrial en algunos países europeos, cobra gran importancia la exportación de materias primas agrícolas (cacao, algodón, etc.) y las industriales mineras como por ejemplo el cobre. Materias primas perecederas como la carne (enfriada o congelada) o las frutas, no pudieron exportarse hasta la segunda mitad del siglo XIX, en que el desarrollo del transporte (ferrocarril, barcos a vapor, barcos frigoríficos) permitió su exportación.

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Cultura del siglo XVIII

Con la llegada de los españoles al territorio peruano la activa producción de elementos simbólicos-representativos andinos (al que hoy en día llamamos arte prehispánico) sufrió un revés sin precedentes. La incompatibilidad entre las percepciones españolas (basadas principalmente en el realismo) y las tradiciones andinas (basadas en el simbolismo) hizo que, ante la incomprensión del mensaje, los españoles destruyeran casi todas las formas de representación local. Las quilcas o tablillas pintadas, los quipus, los tocapus o los dibujos simbólicos de los incas no fueron entendidos por los peninsulares, pues no encontraban ningún elemento cercano a sus tradiciones visuales.

Comercio del siglo VXIII

El desarrollo económico de Chile durante el siglo XVII estuvo marcado por el hecho de constituir nuestro territorio una simple Gobernación dentro del Imperio Español. El sistema de Monopolio Comercial limitaba el intercambio con otros países, por lo cual a lo largo de los siglos XVII y XVIII surgieron mercados regionales en América necesarios para una relativa expansión económica. Esto último no fue el resultado de una planificación racional, sino más bien el producto de la propias necesidades cotidianas.

Chile mantuvo contacto en estas materias con el virreinato del Perú y el del Río de la Plata, además del intercambio con la metrópolis. Sin embargo, el mercado chileno funcionaba en un sistema de autosuficiencia, donde la mejor representante de esta situación era la Hacienda, verdadera esfera cerrada que consumía lo que ella producía.

Sociedad del siglo XVIII

El esclavo, especialmente en el siglo XVIII, pudo acceder a la libertad mediante la manumisión. Esta o le era concedida voluntariamente por sus dueños o la adquiría mediante la compra de su libertad a precio de mercado.

Un gran problema para las autoridades peninsulares fueron los negros cimarrones o esclavos fugitivos que huían de sus amos y se agrupaban en bandas. Algunos formaban parcialidades o palenques con una organización según formas políticas de origen africano y desde ahí se dedicaban a saquear haciendas, poblados indígenas y caminos para sustentarse.

Aspectos políticos

Otra característica del siglo XVIII es que el absolutismo monárquico alcanza en toda Europa su mayor fuerza y esplendor. Es en este siglo, donde la burguesía se opone ya a la monarquía absoluta, pues aquella, que ya tenía el poder económico, aspira a alcanzar el poder político monopolizado por la nobleza.

En lo concerniente a las relaciones internacionales europeas, apareció un sistema político llamado a tener un gran predicamento: el equilibrio europeo. Esta fórmula, propugnada por Inglaterra, representaba el instrumento político del naciente imperialismo británico. A través de este sistema, Inglaterra lograba eliminar cualquier rival peligroso en el continente, enfrentándolo con otra potencia o con una coalición, mientras que su flota se imponía en el Océano y sus tropas conquistaban la supremacía en el mundo colonial.

En este sentido, no hay duda de que el siglo XVIII inició la preponderancia política inglesa, como el siglo XVII había sido de predominio francés y el XVI, de auge español.

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