jueves, marzo 15, 2007

Cómo entristecen al hijo los conflictos de pareja



Cómo entristecen al hijo los conflictos de pareja

Construirán después de sus propias relaciones afectivas
Una tesis internacional sobre parejas que transportaban más de 25 años de feliz coalición, dejar de ver varias cosas.

Entre ellas, que el 80% de estos hombres y mujeres expresaban que sus propios padres tenían o disfrutaban disfrutado una muy buena relación.

"Se encontró una gran asociación entre satisfacción en el matrimonio y haber tenido una niñez feliz, con padres bien avenidos", apunta el siquiatra Arturo Roizblatt, quien como científico y instructivo del Departamento de Psiquiatría Oriente de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, lideró la parte chilena del estudio. Cómo constituimos pareja, cómo solucionamos nuestros conflictos conyugales y cómo nos referimos en ese plano va a influir en lo que ocurra con nuestros hijos en ese aspecto, en el futuro. Pero también en el presente, en su desarrollo personal y emocional. Cecilia G., madre de Felipe (5 años), lo manifestó de un modo triste.

"Nos llamaron del colegio puesto que el niño estaba muy provocador, y en la casa también, era violento y desobediente, era un verdadero 'niño-problema', así que lo llevamos al psicólogo". Después de varias sesiones, el profesional les dijo que había un problema en su relación de pareja, que perturbaba su desempeño como padres. "Nos expresó que nuestros conflictos llenaban de desazón a Felipe, y que, por eso, él reaccionaba en forma belicosa. Y nos encomendó una terapia de pareja".
Violencia infantilDiversos estudios manifiestan que aquellos padres que tienen conflictos gatillados por el ejercicio de la paternidad generan cierto nivel de violencia en los hijos, "lo que a su vez aviva aún más la alteración matrimonial", declara el doctor Roizblatt. Otras averiguaciones revelan que "un día con un conflicto trascendental entre los padres habitualmente va capacitado de un problema con los hijos al día siguiente", añade el siquiatra.
"Lo que ocurre es que cuando el papá y la mamá riñe, el niño arma una situación para que se fijen en él y salgan del conflicto de ellos. Y es que esto último intranquilidad mucho al hijo, le induce un alto nivel de incertidumbre, muchos niños viven con el cuidado constante de que sus papás se van a separar".
Cuando los niños reaccionan con violencia, producto de esta pena, es porque han visto este modo de actuar en sus padres, pero también hay otros modos de reacción,"a veces, aprenden a reprimir sus necesidades y a estar más alerta a las conductas de los padres, como una amenaza soterrada", afirma la sicóloga infantil y terapeuta familiar Claudia Cerfogli.
"Por eso, debemos estar atentos al niño que deja de mostrar sus necesidades, al que se sobreadapta y al que está siempre susceptible, entrambos síntomas nos hablan de un niño sufriente, de un niño en elasticidad", agrega.

Pero no sólo los conflictos dañan, hay matrimonio que no discuten delante de los niños, pero que no tienen una buena relación de pareja y que deciden seguir viviendo juntos precisamente por no perjudicar a los hijos. ¿Hasta qué punto esto les afecta? Depende, coinciden los expertos. "Si ellos, en su función de padres, se siguen validando y respetando mutuamente; si siguen teniendo el mismo norte y los mismos valores para criarlos, no tendría por qué ser dañino para los hijos", afirma la sicóloga Antonia Raies, del Instituto Chileno de Terapia Familiar. Poca pasiónDistinto es cuando esta indiferencia "es más bien un retroceso, un mensaje de que es distinto no es legítimo; cosa que los niños observan muy bien", apunta Claudia Cerfogli.
Pero si lo ideal que falta es el entusiasmo, pero los padres persiguen viviendo unidos en una manera de crianza cariñosa y inquietada, no habría mayores inconvenientes, sí puede influir en la manera en que estos niños se instruyen a relacionarse afectivamente con una pareja.

"Pero eso no va a impedir que en el futuro estos hijos puedan tener una buena relación de pareja que, además, incluya la pasión", dice Antonia Raies, los hijos de matrimonios mal avenidos, indiferentes o separados, pueden tener un futuro matrimonial y familiar agradable si es que se inquietan de conseguirlo.

Tampoco hay un determinismo para quienes tienen padres poco afectuosos en sus exposiciones de afecto, los hijos van a aprender ese patrón de relación, pero pueden modificarlo y actuar de otra manera cuando formen su propia pareja.
Sin embargo, no es una tarea fácil. "A veces uno es muy crítico de lo que vio en sus padres y no se da cuenta de que está repitiendo lo mismo porque no tiene otro repertorio de respuestas", dice Antonia Raies, y adiciona Arturo Roizblatt: "Eso de que nadie te enseña a ser padres no lo considero tal.

El cómo hacerlo, uno lo vio y lo aprendió los 20 años en que vivió con sus papás. Por eso, la mayoría de los matrimonios bien avenidos vienen de hogares en que eran felices con sus padres".
¿Cómo reaprender, entonces, aquello que no nos gustó?
Lo primero es tomar conciencia, porque estos patrones de relación se aprenden de manera inconsciente.
A veces, las personas se dan cuenta muy jóvenes de lo que quieren reaprender y, a veces, lo hacen ya mayores y a raíz de mucho dolor en sus propias relaciones de pareja. Es entonces cuando aparecen en la consulta del especialista, en busca de un nuevo comienzo. "No es fácil", dice Cecilia G., madre de Felipe, el "niño-problema".
"Al principio, uno cree que se las bate sola con su problema de pareja, pero cuando te dicen que está afectando a tu hijo, te baja una culpa enorme. Y hay que asumir. Y cuando los dos, papá y mamá, quieren hacerlo es como el primer paso para ponerse de acuerdo".

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