“Soy la seductora de Mega y la mujer más feliz del universo”

“Soy la seductora de Mega y la mujer más feliz del universo”

También de deleitarse con el éxito de su incipiente carrera televisiva, a sus 32 años la elegante procuradora goza de su libertad. Vanidosa, constante y de gran veta artística, ejerce una de las vertientes más severa de yoga, adora los zapatos, viajes y protege su libertad. “Me siento venturosa de estar sola a causa de no necesito pareja”.

Escondida después de sus gafas de sol, mirando un periódico sentada en la terraza de un café de Alonso de Córdova, el cuadro que perfecciona Macarena Venegas (32) con desenmarañado perfecto y look impecable, parece salido de algún capítulo de “Sex and the city”. Si fuera informadora calzaría casi perfecto con las características de Carrie Bradshaw, afectuoso de los zapatos y bienhechora de su mocedad, pero como es abogada, se ilustró en colegio de monjas y luce un rumboso vestido rojo que ciñe su figura; expresaremos que es un híbrido de las cuatro protagonistas de la inolvidable serie gringa.

A pesar de haber tenido intranquilidades científicas en su niñez, la adolescencia sucedió en su avance de humanista; cambió microscopios y set de médico por interés en la sociología y comprensión del pensamiento, lo que finalizó definitivamente en sus estudios de Derecho en la Universidad Católica. Una vez trabajando, decidió potenciar aún más su necesidad de comunicación y, sacándose “la mugre” según declara, su logró seguir una actuación, en donde mostró una obra de egreso con publicidad y todo y hasta tuvo un mínimo rol en "Purasangre”, sin embargo, ella no se cree una actriz.

“Respeto mucho a los actores profesionales, yo estudié dos años y medio y en forma vespertina entonces mi preparación es amateur. Es como que un agente se creyera tal con estudiar sólo un par de semestres”.

Clarita y enfática como cuando sentencia “Acátese el dictamen” es esta jueza que desde el 21 de febrero vemos al comando de los juicios emitidos que muestra Mega a las dos de la tarde. Y no es de extrañar si se reflexiona que ha alcanzado desplegarse en un mundo particularmente masculino, como es en Chile el escenario de los estatutos, y si al mismo tiempo se añade que debió abrirse paso entre dos hermanos varones superando incluso la etapa de “seudo celo paterno” que atravesó en algún momento el mayor de ellos.

“Soy súper independiente y tengo esa característica muy radical. A mí no se me mete nadie en la vida. Soy muy libre, o sea, “Si quieres, quiéreme, pero acéptame como soy”, literalmente.